martes, 27 de febrero de 2024

La danza butō, 37

Los discípulos, 4 

En el anterior artículo hablamos de un par de bailarines y coreógrafos de butō que desarrollaron parte de su carrera en Europa y América. Hoy nos centraremos en una estupenda bailarina de butō, seguramente la más brillante de todos los alumnos de Hijikata, y en un polifacético artista independiente. 

Ashikawa Yōko (1947-)

Nada más graduarse en la Universidad de Arte Musashino en 1967, Ashikawa Yōko recibe una invitación de Ishii Mitsukata (1939-2017) para que entre en el Estudio Asbesto de Hijikata. Aunque no tenía ninguna experiencia en el mundo de la danza, tiene su primer recital en agosto de 1968 en el auditorio del Sōgetsu Kaikan en Tokio. A partir de ese momento, Hijikata empezó a trabajar frecuentemente con bailarinas.

Ashikawa se convirtió enseguida en la discípula preferida de Hijikata, una verdadera musa gracias a su capacidad de materializar las ideas de su maestro respecto a lo que debía ser una interpretación femenina del butō. Desde muy pronto supo responder de manera muy efectiva al sistema que empleaba Hijikata para comunicar a sus discípulos lo que tenían que hacer. Sus instrucciones no sugerían poses o formas de colocar el cuerpo o los miembros, sino que simplemente les decía como debían sentirse, ni siquiera qué era lo que habían de sentir. Sin duda, su método resultaba desconcertante para muchos.

Ashikawa Yōko en la obra Tempestad de verano, 1973.
Foto: extraída del DVD comercial de la obra.

Bajo los no pocas veces extraños comentarios de Hijikata, Ashikawa se transformaba de manera inverosímil. Con sus rodillas y espalda dobladas, hacía sobresalir la barbilla en un gesto característico que puede observarse en la anterior fotografía. Esa expresión facial se convirtió en una seña de identidad que muy pronto otros emularon. En 1974, Hijikata fundó con Ashikawa la troupe Hakutōbō formada exclusivamente por bailarinas y para la que creó varias coreografías. 

Ashikawa en Forma humana (Hitogata), 1976.
Foto: fotógrafo desconocido,
Colección Hijikata Tatsumi,
Archivo de la Universidad de Keiō, Tokio.

Hasta entonces, Hijikata había trabajado con el cuerpo masculino, pero ahora volvía su mirada al femenino. Sin embargo, su interpretación no podía ser la convencional. Lo que buscaba era lo inarmónico, las torsiones, las deformaciones, las muecas. Todo eso supo encarnarlo Ashikawa, quien podía metamorfosearse en una niña, en una anciana, en cualquier ser vivo, incluso en uno híbrido o inanimado. Sin necesidad de maquillaje extremo, su cuerpo y cara eran capaces de transformarse en cualquier objeto.

Ashikawa Yōko en Intimacy Plays its Trump, 1986.
Foto de fuente desconocida.

Lo que Ashikawa consiguió no fue únicamente el resultado de su trabajo con el cuerpo, sino, sobre todo, el efecto producido por las frases con las que Hijikata la bombardeaba mientras trabajaban solos en el estudio. Para su mentor, las palabras eran metáforas del cuerpo y lo que estaba intentando transmitirle era el suyo propio a través de ellas. Ashikawa respondió a ese método como nadie antes había hecho. Incluso llegó a decir que se produjo un intercambio de sus cuerpos. Las palabras de Hijikata eran las herramientas de una metodología que empezó a establecer durante esos años.

Inserto a continuación un clip de un minuto extraído directamente de un vídeo sobre Ashikawa Yōko que se encuentra en el canal japonés "netjoyde YouTube que ya mencioné en un artículo anterior y en el que se alojan varias grabaciones sobre butō. En el vídeo completo, que dura casi cinco minutos y que puede verse si se clica en este enlace, además del solo ejecutado por Ashikawa, también se comentan, en japonés, diversos aspectos de su propia historia. La grabación es del año 1986. El clip aquí insertado es solo un extracto, dura un minuto y se reproduce en bucle.


Amagatsu Ushio (1949-)

Amagatsu Ushio en 1986.
Foto: Shiratori Shintarō
en la web de la compañía.
Amagatsu Ushio (1949-), cuyo nombre real es Ueshima Masakazu, estudia danza moderna y clásica en Tokio y no es hasta 1972 cuando entra en el mundo del butō al fundar la compañía Dairakudakan junto con Murobushi Kō (1947-2015), de quien hablé en el quinto artículo de esta serie, y Maro Akaji (1943-). A este último le dediqué el primer artículo consagrado a los discípulos de Hijikata, y de su troupe hablaré en otra entrada dentro de unas semanas.

Tres años más tarde, en 1975, Amagatsu crea su propia compañía que denomina Sankai juku y de la que es coreógrafo, director, diseñador y, hasta hace muy pocos años, bailarín. Igual que hice con Maro Akaji, también aplazo el hablar de la actividad de Amagatsu para cuando lo haga de su troupe, que junto con la de Maro Akaji, la Dairakudakan, es la más longeva y organizada del panorama actual del butō, ambas con más de cuarenta y cinco años de andadura.

Amagatsu Ushio en la obra Umusuna, 2012.
Foto: web de la compañía Sankai juku.

El reconocimiento internacional que obtuvo muy pronto la labor de Amagatsu como director de su compañía, propició que en varias ocasiones se le requiriera para dirigir producciones operísticas. Su primera experiencia en ese campo fue en 1997 con la dirección escénica de El castillo de Barbazul del compositor húngaro Béla Bartók (1881-1945), bajo la batuta el también húngaro Péter Eötvös (1944-) y que se presentó en el recién inaugurado Foro Internacional de Tokio.

La colaboración entre el húngaro y el japonés, curiosamente en los dos países se menciona a las personas dando primero el apellido y luego el nombre, se repitió en 1998 con el estreno mundial en la Ópera Nacional de Lyon de la ópera Las tres hermanas, basada en la obra del mismo título de Antón Chéjov y compuesta por el propio Péter Eötvös. En esta ocasión, la batuta tuvo que ser doble debido a las dos orquestas que exigía la partitura: una en el foso dirigida por Ken Nagano (1951-) y otra en el fondo del escenario conducida por el compositor.

El equipo nipón que intervino en el estreno fue de lo más granado. La puesta en escena, la escenografía y la iluminación estuvieron a cargo de Amagatsu Ushio. Los decorados y pinturas los realizó Nakanishi Natsuyuki (1935-2016), quien utilizó paneles suspendidos que recordaban a los que había empleado en obras de Hijikata. El vestuario y maquillaje, de clara inspiración nipona, fueron obra de Yamaguchi Sayoko (1950-2007).

Las fotografías siguientes son capturas de la grabación de la representación de 2001 en el Teatro Musical de Paris-Châtelet. En ellas se aprecia el maquillaje y vestuario se las tres hermanas encarnadas en la ópera por sendos contratenores, un guiño al teatro kabuki y al travestismo de Hijikata Tatsumi y Ōno Kazuo. 









En el año 2008, Amagatsu volvió a colaborar con Péter Eötvös en el estreno en la Ópera Nacional de Lyon de una nueva ópera titulada Lady Sarashina, basada en el Sarashina nikki (Diario de Sarashina) de la escritora y dama de compañía japonesa del siglo XI de ignoto nombre real pero conocida precisamente como Sarashina.

Con esto finalizo este artículo. Dentro de dos semanas nos encontraremos con otros herederos de la tradición del butō