El anterior artículo fue el último de los dedicados a la escultura en
esta larga serie que pretende ser una introducción al arte japonés en general. Hoy
iniciamos otro apartado dedicado esta vez al jardín.
Antes de ver la evolución de la jardinería en Japón, voy a insertar un
par de cuadros para clarificar las ideas.
Por supuesto que, como todos los esquemas que intentan condensar conceptos o
hechos históricos, no son ni completos ni perfectos y siempre se pueden ampliar
o mejorar.
En el primero intento ver cómo fueron apareciendo los distintos tipos de jardín a lo largo de la historia. A pesar de que en la tabla se ha situado cada estilo de forma concatenada, debemos pensar que en la evolución del arte casi nunca existen límites claros entre tendencias o modelos. Cuadros como este solo sirven para, adoptando un punto de vista más alejado que el que se tiene cuando se habla de un estilo o artista en concreto, tener una visión de conjunto.
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Recintos sintoístas |
hasta 710 |
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Jardines imperiales |
710-794 |
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Jardines aristocráticos y budistas |
794-1185 |
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Jardines zen |
1185-1603 |
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Jardines de té |
1500-1868 |
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Jardines de paseo |
1603-1868 |
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Jardines modernos |
1868-1945 |
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Jardines
contemporáneos |
a partir de 1945 |
En el segundo cuadro se intenta asociar las diferentes tipologías de jardín con su uso o motivo por el que se construyeron. De nuevo, la asociación que hago aquí de cada una de ellas es discutible y mejorable, pero al menos creo que aclarará un poco las ideas.
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Jardín aristocrático |
entorno hedonista |
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Jardín budista |
parábola del
paraíso |
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Jardín zen |
lugar donde meditar |
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Jardín de té |
camino para
desconectar |
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Jardín de paseo |
espacio para
rememorar |
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Jardín-patio |
recuerdo de la
naturaleza |
Ya vimos en los artículos 15 y 16 de esta serie, en los que hablamos del sintoísmo, que las piedras y la grava o guijarros se utilizaban para señalar lugares sagrados. También vimos que, en muchos casos, la forma de remarcar un elemento “sagrado” en esos espacios consistía fundamentalmente en colocar a su alrededor grava o guijarros que lo resaltaban. Es decir, se situaban en un terreno en el que quedaba rodeado por un espacio vacío, una palabra casi fetiche cuando se habla del arte japonés.
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| Rocas en el jardín oeste de la residencia del abad de Nanzen-ji, 1966. Foto: J. Vives. |
El gusto por los espacios vacíos que encontraremos a lo largo de este apartado dedicado a los jardines, también se verá cuando hablemos de pintura y arquitectura. Lo que en mi opinión resulta relevante es que ese gusto de los artistas japoneses por la capacidad que tiene el vacío para resaltar lo que rodea ya se encontraba muchos siglos antes de que se introdujera el zen en Japón. Es decir, que no fueron los monjes zen quienes lo utilizaron por primera vez en el archipiélago nipón. aunque reconozco que lo emplearon de forma magistral. Quizás eso pudieron hacerlo porque ya se conocía y manejaba, aunque no tan sutilmente, desde mucho antes.
Y algo
parecido sucedió con las rocas, omnipresentes en los jardines zen, como
veremos más adelante en otros artículos. Desde tiempos inmemoriales, los japoneses concedían a las rocas
un valor formal, que más tarde, despojadas de su mensaje sintoísta, han
empleado extensamente todos los maestros jardineros japoneses hasta llegar a nuestros días. La
fotografía siguiente es de uno de los más célebres jardines de paseo del periodo
Edo: Ritsurin-kōen.
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| Rocas en el jardín de paseo
Ritsurin-kōen, Takamatsu, periodo Edo, s. XVIII. Foto: J. Vives. |
Los primeros jardines
Los ejemplos de jardines japoneses más antiguos
que han llegado hasta nuestros días no van más allá del siglo XIV. Sin embargo,
sí se conoce un tratado de jardinería del siglo XI, el Sakuteiki. A
pesar de esa carencia, se ha podido deducir con bastante exactitud cómo podían
ser los jardines anteriores a esa fecha gracias a pinturas, documentos escritos
y excavaciones arqueológicas.
En los años setenta y ochenta de la pasada centuria, se realizaron excavaciones arqueológicas en los terrenos del antiguo Palacio Imperial de Nara que descubrieron restos de dos jardines del siglo VIII. El primero de ellos, denominado Kyūseki, también conocido como Sakyō sanjō nibō, tenía únicamente un pequeño riachuelo. El segundo, llamado Tōin, era algo posterior e incorporaba un arroyo y un estanque. En ambos había agrupaciones de rocas y discretas playas de guijarros.
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| El jardín Kyūseki del palacio imperial de la antigua Nara, s. VIII,
reconstrucción del s. XX. El estanque con islas, orillas de guijarros y varios grupos de rocas. Foto: Wikimedia Commons. |
En ambos jardines las piedras desempeñaban un importante papel en su composición, remarcando el perfil de sus riachuelos y lago, creando playas de guijarros y subrayando determinados puntos con rocas de un volumen considerable.
Con esos dos ejemplos se constata que en el siglo VIII ya se empleaban piedras en la jardinería palaciega aprovechando de manera consciente sus cualidades formales. Un hecho lógico si se tiene en cuenta que las prácticas sintoístas llevaban utilizando simbólicamente sus características desde hacía centurias. Ya comentamos el papel de las rocas en los artículos 15 y 16 de esta serie cuando hablamos del sintoísmo.
Para ampliar información sobre las rocas
El 9 de junio de 2013 publiqué un artículo
sobre el empleo de piedras y rocas en los jardines japoneses.
Jardines aristocráticos
Bien entrado el periodo Heian apareció un tipo de jardín asociado a las villas que poseían los miembros de la más alta aristocracia. En ese momento se forjó unos de los rasgos que compartían esas dos artes, la arquitectura y la jardinería: su indisoluble “matrimonio”. Es bien sabido el aprecio que los japoneses tenían a la naturaleza desde muy antiguo. Pues bien. eso se tradujo en la costumbre de disfrutar de las vistas, es decir, del jardín, desde el interior de los edificios, tanto desde sus estancias como desde sus galerías cubiertas. Con esa idea se crearon las diferentes zonas ajardinadas que rodeaban a la una mansión de la aristocracia heian.
La siguiente ilustración da una idea de cómo debían ser esos palacios o villas, de los que no ha llegado a nuestros días ningún ejemplo de la época, pero de los que, mediante pinturas y relatos de la época como el Genji monogatari de Murasaki Shikibu, del que existen dos traducciones al español, se ha podido deducir con bastante aproximación cómo debían ser.
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| Dibujo de una villa y
jardín de estilo shinden, periodo Heian. Ilustración: David y Michiko Young: The Art of the Japanese Garden. Tokio: Tuttle, 2005. |
Muy a menudo se cita al templo de Daikaku-ji en Kioto y al lago Ōsawa, ante el que se levanta, como un conjunto que rememora el aspecto de aquellos recintos aristocráticos desaparecidos. Pabellones aislados y corredores cubiertos que los comunican, entre los cuales se crean pequeños patios ajardinados delante de las estancias, pero sobre todo una esplanada y un lago con islas y puentes frente al edificio principal. Así eran esas villas con su enorme jardín donde residía la nobleza del periodo Heian.
Los jardines de esas residencias aristocráticas, cuya arquitectura comentaré en su momento en el apartado correspondiente, tenían un elemento central que era un estanque de dimensión suficiente para poder pasear por él en bote, uno de los entretenimientos preferidos por la nobleza de esos años, junto con las caminatas por los senderos que lo rodeaban.
Para ampliar información sobre los jardines de
estilo shinden
En mayo
de 2013 publiqué un artículo sobre los jardines aristocráticos que puede verse
clicando en este enlace.
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| Pabellón y pasillo en Daikaku-ji, Kyoto. Foto: Wikimedia Commons. |
Para ampliar información fotográfica sobre Daikaku-ji
El 18 de
diciembre de 2018 publiqué en Jardines de Japón, mi otro blog dedicado
exclusivamente a los jardines, una ficha con solo fotos del
jardín de Daikaku-ji. Este enlace lleva a esa entrada.
Para no hacer demasiado largo este artículo voy a dejar para el siguiente el hablar de los jardines del paraíso.




