domingo, 28 de enero de 2024

La danza butō, 35

Los discípulos, 2

En la anterior entrada conocimos a dos de los primeros discípulos de Hijikaka y hoy presentaremos a un par más siguiendo el mismo orden cronológico de acuerdo con su fecha de nacimiento.

Nakajima Natsu (1943-)

Nakajima Natsu empezó a estudiar ballet clásico en 1955 y en 1962 entró en el estudio de Ōno Kazuo. Fue una de las primeras bailarinas de butō que intervino en obras de Hijikata Tatsumi.

Hay que tener presente que, al principio de su carrera, Hijikata trabajaba solo con bailarines masculinos. Los primeros fueron Ōno Kazuo (1906-2010) y su hijo Ōno Yoshito (1938-2010) y enseguida, Kasai Akira (1943-), Ishii Mitsutaka (1939-2017), Tamano Kōichi (1946-), Yamamoto Moe (1953-) y Waguri Yukio (1952-2017), entre otros. Maro Akaji, el fundador de Dairakudakan, también colaboró inicialmente con él, aunque nunca se unió formalmente al Estudio Asbesto. Sin embargo, mantuvo una buena amistad con Hijikata y compartió con él la idea de que “el cuerpo está cubierto e impulsado por antiguos fantasmas".

Pero volvamos a Nakajima. Tan pronto como en 1969, la bailarina japonesa creó la compañía Muteki-sha, para la que coreografió diversas obras. En su opinión, el butō debe huir del tanto del simbolismo como del formalismo y solo debe expresar energía y libertad. Su primera actuación en el extranjero fue en 1983 en el Festival Internacional de Teatro de Londres, donde presentó su obra Niwa.

Nakajima Natsu en Como humo, como cenizas
Raiōsha, campus Hiyoshi de la Universidad de Keiō, Tokio, 2014. Foto: Keiō University Art Center.

martes, 16 de enero de 2024

La danza butō, 34

Los discípulos, 1

"Hay tantos tipos de butō como coreógrafos de butō." Hijikata Tatsumi

Hace dos semanas finalizó la serie de nueve artículos dedicados a Hijikata Tatsumi y a partir de hoy iremos viendo cómo se ha extendido la herencia que tanto él como Ōno Kazuo dejaron a sus discípulos y colaboradores. 

Los dos grandes maestros indiscutibles del butō fueron Ōno Kazuo y Hijikata Tatsumi, pero tras ellos, primero, quienes bebieron directamente de sus enseñanzas y, luego, quienes las conocieron a través de estos últimos se han presentado en todo el planeta como embajadores de una nueva tradición dancística. Son los pertenecientes a varias generaciones de discípulos que en algún momento tuvieron contacto directo o indirecto con ellos. 

Ōno Kazuo y Hijikata Tatsumi, 1985.
F
oto: Yamamoto Munesuke,
Archivo Hijikata Tatsumi,
Universidad de Keiō, Tokio.

La fotografía de la derecha ya la inserté en el vigésimo artículo de esta serie, el primero dedicado a Ōno Kazuo, pero la vuelvo a insertar aquí. Son los dos “padres” del butō atendiendo a los periodistas en el vestíbulo del Marion Asahi Hall de Tokio con motivo de la celebración en Tokio del Festival de butō de 1985. 

Tras la muerte de Hijikata en enero de 1986, el butō se convirtió en un arte global y su influencia se extendió más allá del ámbito coreográfico hasta llegar al mundo del teatro, del cine y muy pronto incluso al de las artes digitales.

Desde finales de 1973, cuando Hijikata se retiró como bailarían hasta el 17 de diciembre de 1985, día de su ingreso en un hospital aquejado de insuficiencia hepática, su actividad con jóvenes bailarines fue incesante. Dado que Motofuji, su mujer y verdadera gestora de toda la actividad de su estudio, procuraba a sus discípulos trabajo nocturno en algún cabaret, las sesiones y ensayos con Hijikata se alargaban hasta altas horas de la madrugada, tras lo cual, no pocos se quedaban a dormir en algún rincón del Estudio Asbesto. En este y en siguientes artículos hablaré de algunos de ellos, pero solo de los japoneses. Lo haré empezando por el más veterano e iré avanzando en orden cronológico.

martes, 2 de enero de 2024

La danza butō, 33

Hijikata Tatsumi, 9

“Renacer siempre y en todas partes. Una y otra vez.” Hijikata Tatsumi

Hace quince días hablamos de una de las obras capitales de Hijikata y de toda la historia del butō y hoy lo haremos de sus últimas actuaciones como bailarín.

El año 1973 fue el de las postreras apariciones de Hijikata en escena. Después de presentar en julio de ese año Historia de la viruela en Iwate, como dije en el penúltimo artículo (el 31), en octubre estrena Tormenta de verano (Natsu no arashi) en el auditorio Westside de la Universidad de Kioto. En esa pieza de larga duración interpreta dos solos que se han convertido en su último legado dancístico: Niña y Lepra.

Ese mismo mes se le invita para que interprete una sección de la obra titulada El mito del falo, que mencioné en este artículo (el 28) y que dirigió Maro Akaji para su compañía Dairakudakan. A partir de ese momento, Hijikata únicamente se dedicará a crear coreografías para otras troupes, una de ellas la Hakutōbō, integrada solo por mujeres.

Hijikata Tatsumi. Foto sin datos de fuente desconocida.

martes, 19 de diciembre de 2023

La danza butō, 32

Hijikata Tatsumi, 8

“El butō es un cuerpo muerto que intenta erguirse desesperadamente.” Hijikata Tatsumi

En el anterior artículo empecé a comentar la obra de Hijikata Veintisiete noches para cuatro estaciones y mencioné un poco de pasada el tema de sus libros de notas. Entonces dije que dejaba para hoy el hablar de la primera de sus cinco piezas: Historia de la viruela (Hōsōtan).

Así pues, en esta entrada me voy a centrar únicamente en esa obra por varios motivos. Primero porque en ella se incluye un paradigmático solo de danza bailado por el propio Hijikata. Y segundo porque es la única de la que existe una grabación, aunque incompleta, con el sonido original.

La siguiente fotografía es de una obra poco conocida que bailó Hijikata en 1970. Su título era Honegami tōge hotoke kazura (muy libremente traducido al español como La vid de la muerte) y se basada en la novela homónima de 1969 de Nosaka Akiyuki (1930-2015). Ese trabajo, sin duda ayudado por el argumento del relato de Nosaka, le sirvió para acabar de definir su particular visión de la enfermedad y decrepitud humanas, un tema que plasmó de forma magistral en Historia de la viruela que comento enseguida 

Hijikata Tatsumi en la obra Honegami tōge
hotoke kazura
, 1970. Foto: Hosoe Eikō.

martes, 5 de diciembre de 2023

La danza butō, 31

Hijikata Tatsumi, 7

“Abordar el butō como mero movimiento, como simple expresión, es tan absurdo como utilizar un cuenco budista de meditación como recipiente de comida.” Hijikata Tatsumi

Los cuencos de origen tibetano que se emplean como gong en las ceremonias budistas se llaman en japonés rin gong. Foto: Wikimedia Commons.

El anterior artículo se dedicó integralmente a comentar una obra capital de la historia del butō y hoy seguiremos viendo el trabajo de Hijikata en lo que se ha denominado su tercer y último periodo como bailarín. Recordemos que a partir de 1974 dejó de aparecer en escena para concentrarse en coreografiar y dirigir a otras compañías. En los artículos consagrados a Ōno Kazuo, el 22 y siguientes, ya vimos sus colaboraciones con este.

Tercer periodo, 1969-1973

Hijikata Tatsumi, quizás a principios
de los años ochenta.
Foto sin datos de fuente desconocida.
Después de unos cuatro años de inactividad como bailarín, Hijikata regresa al escenario con un amplio espectáculo, Veintisiete noches para cuatro estaciones, cuyo título alude a los 27 días en que se realizaron sus representaciones. En esa época ya se le considera una verdadera personalidad en el mundo de la danza y el teatro. A diferencia de sus primeras obras de principios de los años sesenta, ahora las entradas para ver sus coreografías se agotan rápidamente y los medios de comunicación le prestan una notable atención.

Veintisiete noches para cuatro estaciones (Shiki no tame no nijūnana ban), 1972

Del 25 de octubre al 20 de noviembre de 1972, Hijikata presenta en sesiones de madrugada en el Teatro Shinjuku Bunka, en realidad una sala de cine, una compleja obra titulada Veintisiete noches para cuatro estaciones (Shiki no tame no nijūshichiban) formada por cinco piezas denominadas Hōsōtan, Susamedama, Gaishikō, Nadare ame y Gibasan. Más tarde, ese tipo de obras se denominó Tōhoku kabuki.