En el párrafo final del anterior artículo dijimos que hoy hablaríamos de la escultura japonesa en el siglo XIX. Fue en el último cuarto de esa centuria cuando, después de abrir sus fronteras a Occidente y enviar a sus artistas más jóvenes a estudiar el arte europeo, se empezaron a ver en Japón imágenes de bronce como no se habían visto desde hacía siglos, aunque esta vez no eran de divinidades religiosas, sino de personajes célebres.
La
escultura de 1868 a 1945
Los japoneses no tenían ninguna tradición en la talla del mármol,
porque en su país no existía ese tipo de piedra. Además, el sistema de moldear
figuras en bronce prácticamente se había perdido cuando los templos dejaron de hacer encargos de imágenes budistas. Así pues, solo había una forma de aprender esas técnicas: recurrir a un artista europeo.
Vincenzo Ragusa (1841-1927)
En 1875, el gobierno japonés contrató al italiano Vincenzo Ragusa para que enseñara la escultura clásica europea en la Escuela Técnica de Bellas
Artes de Tokio. Su método comenzaba mostrando a sus pupilos cómo esbozar en lápiz,
modelar con yeso y esculpir el mármol, tres actividades desconocidas para los
estudiantes japoneses de entonces. Algunos de sus alumnos serán los
pioneros de la estatuaria del periodo Meiji.
Las obras que Ragusa creó durante sus años de
profesor fueron las primeras esculturas de un europeo que se vieron en Japón.
Una de las más representativas es el busto titulado Mujer japonesa. Su
modelo resultó ser la futura señora Ragusa.
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| Vincenzo Ragusa (1841-1927): Mujer japonesa, 61,8 cm, periodo Meiji, 1881, Museo Nacional de Tokio. Foto: web del museo. |




























