martes, 10 de septiembre de 2024

Curso de arte japonés, art. 7º. Panorama histórico, V

En el artículo anterior hablamos del arte del grabado y del teatro durante el periodo Edo (1603-1868). En el de hoy entraremos en una de las etapas más fascinantes de la historia japonesa: su apertura de fronteras y su modernización en todos los campos, incluido el del arte.

El cambio de modelo

En 1868, Japón se abre al mundo y descubre Occidente, su arte, su ciencia, su tecnología y sus organizaciones políticas, sociales y culturales. En muy pocos años comienza la imparable modernización del país en todos los ámbitos. Después de más de mil años en los que China había sido el modelo a seguir, ahora Japón mira a Occidente.

En 1871, un grupo de prohombres japoneses inicia un largo viaje por América y luego por Europa que durará hasta 1873. Es la denominada misión Iwakura, apellido de un político, Iwakura Tomomi (1825-1883), que desempeñó cargos de consejero en el gobierno Meiji y fue uno de los promotores del moderno sistema bancario y de la red de ferrocarriles japoneses. El objetivo de esa delegación era estudiar las organizaciones políticas y educativas de los principales países occidentales para, después de elegir las más adecuadas, aplicarlas en Japón.

Foto realizada en San Francisco en 1872 de miembros de la misión Iwakura.
Iwakura Tomomi aparece sentado en el centro con kimono. Foto: Wikimedia Commons.

A continuación doy una relación de los contactos entre Japón y Occidente desde el siglo XVI hasta hoy.

·         1543: llegada de los portugueses a Japón.
·         1639: expulsión de los cristianos de Japón y cierre de fronteras.
·         1639-1853: sólo los holandeses tienen acceso a Nagasaki.
·         1853: apertura de las fronteras de Japón a los países occidentales.
·         1860: descubrimiento de los grabados japoneses por los impresionistas franceses.
·         1872: moda del japonismo: aumento de las exportaciones japonesas.
·         1873: Exposición Universal en Viena: primera presentación internacional de Japón.
·         1876: Exposición Universal en Filadelfia: construcción de un pabellón japonés.
·         1878: Exposición Universal en París: construcción de edificios rurales y casas de té.
·         1900: Exposición Universal en Paris: primera grabación mundial de música japonesa.
·         1964 y 1970: Olimpiada de Tokio y Exposición Universal de Osaka.
·         1990-2000: neojaponismo, Occidente descubre un nuevo arte popular japonés.

Pabellón de Japón en la Exposición Universal de Filadelfia, 1876. Foto: web World Affair info.

En la carrera hacia la modernización de Japón, las artes no se quedaron atrás y durante las últimas décadas del siglo XIX y las tres primeras del XX, artistas de todas las especialidades, pintura, escultura, arquitectura, teatro, danza, viajaron a Europa para ponerse al día.

Pero al mismo tiempo que Japón descubría y aprendía de América y Europa, los intelectuales y artistas occidentales más inquietos descubrían e interpretaban el arte nipón. Era el llamado japonismo, un movimiento que tuvo mucha importancia en la pintura y artes decorativas.

El japonismo y la pintura

Édouard Manet: Retrato de Émile Zola
óleo sobre tela, 146,5x114,0 cm, 1868. 
Museo de Orsay, París. Foto: Wikimedia Commons.
Por japonismo se entiende la influencia que el arte japonés, especialmente el grabado policromo del periodo Edo, tuvo en la pintura y artes aplicadas europeas en el último cuarto del siglo XIX. Francia fue el país donde primero y con más fuera se sintió el fenómeno del japonismo.

Los pintores japoneses que más influencia ejercieron en sus colegas europeos, sobre todo en los impresionistas, fueron Hokusai, Hiroshige y Utamaro. En Japón, durante esos años del último cuarto del siglo XIX, se veían los grabados ukiyo-e como una manifestación de un gusto popular que rechazaban las élites niponas, mucho más interesadas en la pintura occidental al óleo.

La fotografía de la izquierda es de una obra de Édouard Manet (1832-1883) quien, si bien no se le puede considerar un pintor impresionista “ortodoxo”, sitúa a su modelo, el novelista Émile Zola (1840-1902), en una habitación en la que se aprecian un grabado japonés y el extremo de un biombo de fondo dorado.

El éxito de los grabados japoneses en Francia es enorme y en 1889 se abre en París el Museo Guimet consagrado al arte asiático y en 1898 el Museo Cernuschi dedicado al arte extremo oriental.

Resulta interesante comprobar cómo una obra de un artista nipón no especialmente célebre como Keisai Eisen (1790-1848) la utilizaron tanto la reconocida revista Paris illustré en la portada de uno de sus números dobles dedicado a Japón, como Vincent van Gogh (1853-1890). Comparemos las siguientes tres ilustraciones.

El número 45 y 46 de la revista Paris illustré
dedicada a Japón, mayo de 1886.
Foto: Wikimedia Commons. 

El grabado de Keisai de esa portada de la revista Paris illustré es una imagen en espejo del original, como se puede comprobar cotejándola con la ilustración de la izquierda.

Keisai Eisen: Cortesana con Uchikake
xilografía, 66.0x22,0 cm, 1830.
Museo Municipal de Arte de Chiba.
Foto: web del museo.  

Van Gogh: Cortesana de Eisen
óleo sobre tela, 100,7x60,7 cm, 1887. 
Museo Van Gogh de Ámsterdam. 
Foto: web del museo.














Un poco más tarde, van Gogh hizo una versión al óleo de esa misma obra, pero esa vez con su orientación original, que podemos ver en la ilustración de la derecha.

Voy a dejar aquí este artículo para seguir hablando en el siguiente, dentro de dos semanas, de unos pocos aspectos compositivos de los grabados japoneses que de alguna manera descubrieron un camino a los impresionistas franceses.