En el anterior artículo solo di una primera idea de lo
que es un ryokan. En realidad, no fue más que el pistoletazo de salida de una serie de veinte capítulos que iré publicando cada dos semanas y en los que intentaré explicar algunas de las particularidades arquitectónicas de
un ryokan. Adelanto que me dejaré muchas cosas en el tintero, sobre todo
las que se alejen del limitado ámbito de mis conocimientos.
Por ese motivo, no hablaré del funcionamiento de un ryokan
tradicional, a menudo gestionado por generaciones de una misma familia. Tampoco
lo haré de su gastronomía ni de la manera de presentar sus menús a los
clientes. Y finalmente, solo abordaré de pasada el tema de los baños termales,
un campo que también tiene su historia y particularidades.
Así pues, dicho esto, empezaré este artículo con una
pregunta sobre una idea que surgirá bastantes veces en esta serie:
¿Qué es el espíritu japonés?
Últimamente, me estoy dando cuenta que en mis escritos
recurro frecuentemente a la expresión “espíritu japonés” sin dar mayores
explicaciones. No pretendo en absoluto que Japón sea el único país que tenga "espíritu",
faltaría más. Creo que instintivamente entendemos que cada pueblo tiene el suyo
propio. Existe un espíritu español, inglés, ruso o, si se prefiere, hispano, anglosajón,
eslavo. Y por supuesto muchos más en cada uno de los cinco continentes; pero aquí estamos hablando de Japón.