martes, 19 de mayo de 2020

Rasgos y recurrencias en el arte japonés, IX

La planeidad en las artes japonesas, III. La arquitectura, I
Después del anterior artículo consagrado a la planeidad en la pintura japonesa, hoy continuaré hablando de su presencia en la arquitectura, algo que parece una incongruencia.

La planeidad en la arquitectura japonesa
Creo que la idea que he expuesto en los anteriores artículos sobre la planeidad en la pintura se ha podido entender sin demasiados problemas. Sin embargo, ¿es posible hablar de planeidad en la arquitectura? 

Comparemos dos casos, acepto que extremos, pero que nos servirán para captar mejor este concepto de planeidad arquitectónica. La siguiente ilustración es del vestíbulo de la Biblioteca Laurenziana de Miguel Ángel en Florencia.

Miguel Ángel: vestíbulo de la Biblioteca Laurenziana, c. 1530, Florencia. Foto: Wikimedia Commons.

En la obra de Miguel Ángel, los entablamentos, las columnas, las pilastras, las volutas, los frontones, las ventanas ciegas, todos esos elementos encastados en el muro remarcan el grueso de la pared creando la sensación de solidez y peso.

En el Japón tradicional nunca existieron muros de semejante espesor, con la excepción de los basamentos de los castillos y de las casas rurales en las regiones frías. En la arquitectura japonesa no se utilizaron paredes de piedra o ladrillo y los escasos paramentos de argamasa siempre eran de un grueso inferior a los diez o quince centímetros.

En los templos y edificios de la nobleza, y más tarde en las residencias de la incipiente burguesía en las grandes ciudades, siempre predominó un singular gusto por independizar cada paño, cada pared, remarcando sus aristas con los pequeños filetes de los pilares situados en las esquinas. En la fotografía siguiente se aprecia muy bien ese rasgo.

La sala de tres tatami del Pabellón de música del shoin medio en la Villa Imperial de Katsura, 
c. 1640, Kioto. Foto en Virginia Ponciroli: Katsura la villa imperiale. Milán: Electa, 2004.

Los muros de esa pequeña habitación de la Villa Imperial de Katsura parece que sean finas hojas de papel, un efecto producido por esos filetes en la aristas que independizan cada pared. ¿Que nos recuerda esa imagen? Más adelante daré una posible respuesta a esta pregunta.

En los edificios de Japón, a diferencia de la Italia clásica, no se crea la sensación de profundidad en las fachadas mediante sombras proyectadas por columnas, pilastras, molduras u otros elementos tridimensionales. Los muros exteriores japoneses son planos y la sombra que arrojan los aleros solo sirve para enraizar la construcción al terreno y reforzar su horizontalidad, no para crear la sensación de profundidad o grueso de los muros. 

Palacio Imperial de Kioto, 1855. Foto: J. Vives.

En la fotografía anterior se aprecia cómo la clásica fachada del Palacio Imperial de Kioto semeja un lienzo plano y blanco sobre el que se dibuja una malla ortogonal. ¿No nos recuerda eso las obras más austeras de Mondrian?

Piet Mondrian: Composición con amarillo, azul y rojo, 1942, óleo sobre lienza, 69x72 cm.
Foto: Tate Gallery, Creative Commons.

En la arquitectura clásica italiana se utilizaban pilastras, frontones, molduras e incluso el hueco de las ventanas y puertas para resaltar el grueso del muro, algo que otorgaba sensación de solidez al edificio, y en consecuencia un cierto valor patrimonial. Esa idea se ha mantenido en muchos de los edificios modernos occidentales hasta hace bien poco.

Como este tema se está alargando, prefiero dejar para la siguiente entrega el continuar hablando de la planeidad en la arquitectura, un rasgo comentado pocas veces pero que da para mucho.

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