Arte y nación. El discurso de la historia del arte en el Japón Meiji.
Hace menos de un mes publiqué una reseña de un libro de Florentino Rodao sobre la historia de Japón desde 1945 hasta nuestros días, y hoy de nuevo siento la necesidad de comentar otro texto recién publicado. Me
refiero al del también profesor de la Universidad Autónoma de Madrid Daniel Sastre de la Vega, autor de Arte y nación. El discurso de la historia del arte en el Japón Meiji.
Esta vez, el texto de Sastre sí tiene que ver con el arte japonés, pero también, y mucho, con su historia. Yo lo veo como un complemento del libro de Rodao. Primero,
porque como él trata de la historia como disciplina, aunque en este caso referida al arte. Y, segundo, porque se centra en el periodo Meiji, es decir, de 1868 a
1912, una época crucial en la apertura de Japón hacia Occidente que fue el germen de una evolución que le ha llevado hasta el lugar que hoy ocupa en el panorama internacional.
Los años meiji fueron los de la forja de unos nuevos parámetros con los que los japoneses reinterpretaron su identidad a través de sus manifestaciones artísticas clásicas. Uno de esos parámetros era cómo organizar el estudio de la historia
de su arte, algo que Daniel Sastre nos explica con todo lujo de
referencias y detalles.
Publicado hace solo unos meses (en la página de créditos no aparece el mes de su publicación) por Editorial Bellaterra en su serie
Biblioteca de Estudios Japoneses, el libro está encuadernado en tapa
blanda de 16x24 cm y consta de 193 páginas con un cuadernillo final
de 17 ilustraciones.
Debo remarcar que no se trata de un libro que hable de los aspectos formales o
técnicos del arte o artesanía de Japón, por cierto, un tema que Sastre
domina, sino de algo mucho más trascendental de lo que podemos
imaginar hoy.
A estas alturas tenemos asumido que, en la Europa clásica, el estudio y la asignación de las creaciones artísticas a una época, estilo e intenciones se organiza según una estructura “lógica” que ha existido siempre. Sin embargo, no somos conscientes de que esa concepción no nació espontáneamente, y en Japón, mucho menos.
Antes de nada, debo decir que el libro de Sastre está magistralmente escrito, algo sumamente difícil cuando se trata de un texto que acude y comenta innumerables fuentes y transcribe largas citas, muchas traducidas del japonés y gran parte escritas a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando, aunque nos parezca extraño, en Japón aún no existía lo que nosotros entendemos como “historia del arte” ni una “periodización” semejante a nuestras edades Antigua, Media o Moderna ni tampoco una exhaustiva clasificación de estilos similar a la del románico, gótico, renacentista, barroco, neoclásico y demás.
En el último cuarto del siglo XIX y hasta bien entrado la segunda década del XX,
los estudiosos japoneses tuvieron que idear y organizar un sistema de
“compartimentación” (ya sé que es un término muy poco
apreciado por los académicos) para encajar la producción de los
artistas de las diferentes especialidades de manera coherente.
Daniel Sastre nos hace ver muchas cosas que nos pueden sorprender. Por ejemplo, que en el
Japón premoderno no existía una palabra para
definir lo que en Europa se denominaba “arte”, ni tampoco, al
menos de forma clara, algo semejante a las edades históricas
empleadas en el Viejo Continente, como ya he comentado.
En su libro, nos relata de forma espléndida y detallada el proceso de gestación, con sus idas y venidas, de esa estructura intelectual, en gran parte
iniciada y madurada por Okakura Kakuzō,
profesor de la Escuela de Bellas d Artes de Tokio y muy conocido en
nuestros lares por su libro El libro del té.
Nos explica que, en primer lugar, se tuvo que promover y organizar de forma científica la catalogación de las obras
histórico-artísticas. Luego, situarlas en un
determinado nivel de “importancia” o calidad. A continuación,
crear un incipiente listado de lo que muy pronto se denominó Tesoros
Nacionales. Y por supuesto, custodiar, dentro de lo posible, muchos de esos objetos en un lugar donde se
pudieran contemplar, es decir, crear museos.
Sastre nos descubre cómo toda esa estructura intelectual, que quizás se podía ver
como solo el afán investigador de especialistas, se organizó y se
imbricó en la sociedad japonesa para afianzar el concepto de
Estado-Nación.
Resumiendo, Arte y nación quizás no sea un libro para quienes se quedan en la superficie de las cosas sin ir más allá (permítaseme la licencia) de la “foto en Instagran”, pero sí puedo afirmar que es uno más de los textos escritos en español sobre Japón que debería estar ineludiblemente en los anaqueles de la biblioteca de cualquier estudioso y amante del arte y cultura del País del Sol Naciente.
Resumiendo, Arte y nación quizás no sea un libro para quienes se quedan en la superficie de las cosas sin ir más allá (permítaseme la licencia) de la “foto en Instagran”, pero sí puedo afirmar que es uno más de los textos escritos en español sobre Japón que debería estar ineludiblemente en los anaqueles de la biblioteca de cualquier estudioso y amante del arte y cultura del País del Sol Naciente.
Por todo eso y mucho más recomiendo la compra de su libro. Este es su índice:
“Introducción”, “Historia del arte y modernidad en Japón”,
“La sistematización de la historia del arte japonés”,
“Alternativas y desafíos al modelo de historia del arte japonés”,
“Conclusión”. El libro se completa con un glosario de términos
escritos en rōmaji
y kanji, una extensa bibliografía y 13 páginas de
ilustraciones.
Como colofón, me permito citar la frase final del libro de Daniel Sastre
refiriéndose a las propuestas del mencionado Okakura Kakuzō:
"De este modo, a pesar de las críticas y el cuestionamiento que
desde el fin de la era Meiji recibió su propuesta, la actual
división en uso de los periodos histórico-artísticos en Japón
constituye todavía un testimonio de la solidez de una categorización
temporal que sigue marcando la concepción de la historia del arte
japonés como disciplina académica en nuestros días."
Para concluir, lo siento pero debo hacer una pequeña crítica al diseño de la cubierta: el nombre del autor es poco visible, pues se encuentra encima de la reproducción de un abigarrado grabado multicolor, un inconveniente que se podría haber soslayado de alguna forma.
Los interesados en
adquirir Arte y nación. El discurso de la historia del arte en el Japón Meiji de Daniel Sastre lo encontrarán en cualquier librería y también
en Amazon.