Las constantes
japonesas en arquitectos actuales, II
En el anterior artículo hablé
de sendos edificios de Andō Tadao y del estudio SANAA. Hoy toca hacer lo mismo de Itō Toyo
y Kuma Kengo. Esta vez solo me centraré en cómo se manifiesta la idea de
indefinición en sus obras.
Itō Toyo (1941- )
Itō Toyo es otro de los japoneses laureado con el
prestigioso Premio Pritzker de Arquitectura en el año 2013. Para mi exposición,
voy a elegir su Mediateca de Sendai del 2001, una obra que marcó un hito en su
carrera. Se trata de un edificio que se desarrolla en dos sótanos y seis pisos
destinados a biblioteca, salas de exposiciones y espacios de recursos
audiovisuales.
Itō
Toyo: Mediateca de Sendai, 2001.
Foto: Sakaguchi Hirō, en Toyo Ito le opere i progetti gli scritti.
Electa, 2001.
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Indefinición
Según manifestaciones del propio arquitecto, desde el
principio de su proyecto intentó mantener la indefinición y fusión espacial
entre interior y exterior. Itō no solo utilizó fachadas de vidrio, sino que la
planta baja la transformó en una verdadera ampliación de la vía pública.
Para lograr ese efecto no era suficiente acristalar todo su cerramiento,
por lo cual ideó un sistema estructural singular y muy imaginativo que
prescindía de los pilares convencionales, o mejor dicho, iba mucho más allá de
su tradicional forma prismática o cilíndrica. La idea de partida de Itō surgió
del entorno, y en concreto de los grandes árboles que flanquean la avenida
frente a la fachada principal de la Mediateca. En la fotografía siguiente se
aprecia uno de los grandes zelkova de esa calle recortándose sobre la gran
superficie acristalada del edificio, así como unos "extraños troncos" metálicos tras su transparente fachada.
Itō Toyo: Mediateca de Sendai, 2001. Foto: RIBA en archdaily.com. |
Como dijo el mismo Itō en una ocasión, su innovadora
propuesta le creó muchos quebraderos de cabeza con los técnicos funcionarios que debían
aprobar su idoneidad estructural y certificar su cumplimiento de las estrictas
normas niponas.
Desde la avenida arbolada frente al edificio, la primera
visión que se tiene de él resulta chocante. Tras su transparente fachada se
aprecian unas inesperadas figuras irregulares creadas con tubos metálicos inclinados
aleatoriamente y que recuerdan las ramas de los zelkova del exterior, una
imagen muy evidente cuando estos han perdido sus hojas. En la foto siguiente se
aprecian dos de esos “pilares arbóreos”.
Itō
Toyo: Mediateca de Sendai, 2001. Foto: Denis Gilbert, en Architectural Review, octubre 2001.
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Pero si, tras acceder al edificio, nos volvemos para
contemplar la avenida, el parentesco entre sus árboles y los insólitos tubos
metálicos resulta aún más evidente. Unos son el eco de los otros. En toda la
mediateca, la fusión del espacio exterior e interior se produce en los dos
sentidos. De esa manera, Itō dio un paso más en esa ancestral característica
japonesa de la indefinición de los límites.
Itō Toyo: Mediateca de Sendai, 2001. Ilustración: Itō Toyo, en archdaily.com. |
Otro aspecto de la indefinición, aunque mejor debería decir
de la ambigüedad, se encuentra en la propia estructura del edificio. Los pilares tal y
como se han entendido desde siempre han desaparecido, aunque están delante de nosotros. Ya no vemos macizas columnas de obvia verticalidad. En su lugar, Itō
Toyo creó unos huecos de casi dos metros de diámetro que perforan todos los pisos
y en cuyo perímetro colocó unos tubos metálicos, casi ninguno verticalmente,
que insinúan superficies helicoidales. Gracias a esa sorprendente solución, los
techos y suelos de la mediateca parecen suspendidos en el aire, una visión que
se acentúa de noche con el reflejo de los diferentes colores de cada planta.
Kuma Kengo (1954- )
Voy ahora a comentar otro ejemplo de indefinición llevada al
límite. Se trata de una obra del arquitecto Kuma Kengo: la Casa agua-vidrio en Atami, de
1995, un edificio donde la fusión espacial alcanza niveles casi inverosímiles.
El proyecto desarrolla un programa muy extenso, del que, en su día, se hizo
internacionalmente famoso su salón comedor debido a su sorprendente inmaterialidad.
Kuma Kengō: Casa
agua-vidrio, 1995. Atami,
prefectura de Shizuoka
Foto: Fujitsuka
Mitsumasa, en Luigi Alini: Kuma
Kengo. Opere e progetti. Electa, 2005.
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Indefinición
En la Casa agua-vidrio de Kuma, la transparencia y, como consecuencia, la indefinición visual de los límites entre las diferentes zonas alcanzan el máximo
imaginable en la sala oval situada en su tercer nivel. Mientras en algunos
espacios de la vivienda se recurre al empleo de puertas correderas
tradicionales, en otros se utiliza el vidrio de manera extensiva. Paredes,
suelos, peldaños, lavabos, encimeras, mesas, sillas, incluso las piedras de su
jardín son de vidrio.
Kuma
Kengō: Casa Agua-vidrio, 1995. Atami, prefectura de Shizuoka
Foto: Michael Freeman, en michaelfreemanphoto.com. |
Kuma aprovecha el espléndido emplazamiento del solar para
crear un salón totalmente suspendido en un entorno irreal, rodeado solo de agua
y aire, de ahí el nombre por el que se conoce internacionalmente a este
edificio. No se puede ir más lejos en la clásica indefinición japonesa entre interior
y exterior. Todo parece flotar entre el cielo y el mar. Kuma ha creado un
sorprendente trompe l’oeil llevado a
sus últimas consecuencias. Y lo consigue utilizando de manera inteligente las más
modernas tecnologías del vidrio.
Kuma Kengō: Casa
Agua-vidrio, 1995. Atami,
prefectura de Shizuoka
Foto: Michael Freeman, en michaelfreemanphoto.com.
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Con este etéreo ejemplo cierro el círculo que inicié al principio de esta serie, hace ya meses, cuando mencioné a Bruno Taut, el
arquitecto alemán que vivió en Japón entre 1933 y 1936. Allí comenté su
admiración por la Villa Imperial de Katsura en Kioto. Pues bien, Kuma ha
reconocido que para su proyecto en Atami se inspiró en las interpretaciones que Taut sobre Katsura. El homenaje que el alemán hizo a Katsura, se lo devuelve
su colega nipón setenta años más tarde.
A modo de conclusión
Por
supuesto que no todos los edificios modernos japoneses
satisfacen los conceptos o rasgos que he mencionado a lo largo de esta serie. Es
más, para justificar su existencia y permanencia he recurrido a obras de gran
nivel artístico, una cualidad escasa en todas las actividades del hombre. Por
eso, el maestro Tange Kenzō ponía en cuestión muchos de esos conceptos o
cualidades que se atribuyen a la arquitectura clásica de Japón, y que yo mismo, ahora, me he obsesionado en descubrir también en la actual.
Tange manifestaba
que la tan recurrida fluidez espacial y la comunión interior exterior de los
edificios antiguos de su país, lo que yo he denominado indefinición espacial, eran
mixtificaciones ideadas por especialistas occidentales. ¡Vaya, mi gozo en un
pozo!
Su
afirmación se basaba en que los académicos o investigadores no japoneses, para
elaborar sus teorías, solo seleccionaban las residencias de la nobleza y de los señores
feudales, quienes priorizaban la belleza frente a lo práctico porque su
posición les permitía aceptar que sus viviendas no fueran funcionales y que no
tuvieran sólidas paredes que les resguardaran de las inclemencias del tiempo. Algo
que los campesinos y gente humilde no podían consentir, y la razón por la cual sus
casas rurales sí tenían muros que cerraban y protegían las habitaciones del exterior.
Para ellos lo funcional era irrenunciable. En los hogares del pueblo llano no existía
la fluidez interior exterior tan admirada y aclamada por los arquitectos
occidentales.
Ese planteamiento
de Tange es correcto, pero lo mismo podría decirse del entorno antiguo europeo.
En los libros de arte se analizan casi exclusivamente palacios, iglesias o castillos,
todos ellos propiedad de la aristocracia o del alto clero de cada época. No muy a
menudo se estudian las construcciones populares. Las teorías sobre la
arquitectura casi siempre se han extraído y elaborado interpretando obras de
los grandes artistas, yo también lo he hecho en esta ocasión.
Curiosamente,
si tomamos como referencia las pretendidas constantes que he comentado a lo
largo de estos meses, a mí me parece que la arquitectura “popular” europea está
más cerca de la “aristocrática” nipona que la clásica.
Hay que
reconocer, sin embargo, que las manifestaciones de Tange iban un poco a contracorriente,
una actitud que debe mantener todo artista si desea avanzar en su especialidad
y no repetir modelos antiguos. Eso fue lo que hizo él en su larga carrera, que comenté en una amplia serie de este blog, y eso
lo siguen haciendo los más jóvenes y radicales arquitectos japoneses actuales,
alejarse de sus paradigmas tradicionales; aunque a ojos de un extranjero, como
yo, su trabajo siga siendo cien por cien nipón, algo que no es en absoluto un desdoro,
sino todo lo contrario.
Con esto concluyo esta colección de artículos sobre algunos aspectos
recurrentes en la arquitectura japonesa de todos los tiempos. Reconozco que mis
interpretaciones pueden haber sido un poco “cogidas por los pelos”, pero sinceramente
creo que sí existen en los buenos edificios de Japón ciertos rasgos muy
singulares. Unas veces son muy claros; otras, no tanto, como todo en este
mundo.
Dentro de quince días iniciaré
otra serie dedicada a un tema nuevo en mi blog: el nacimiento del teatro moderno de Japón.
Creo que será interesante. Hasta entonces.
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