Las compañías de butō:
Sankai juku, 1
En el anterior capítulo vimos los trabajos más recientes de la compañía Dairakudakan y en este empezaremos a hablar de la otra gran troupe del butō: Sankai juku. Ambas son las más longevas de las hoy en activo, y sus respectivas producciones, claramente distinguibles.
Antes de la presentación oficial de Sankai juku en 1975, su fundador Amagatsu Ushio trabajó durante un año con treinta hombres y mujeres de los cuales finalmente solo seleccionó tres bailarines que, junto con él mismo, formaron la primera Sankai juku. Desde entonces, todos sus miembros son masculinos.
En 1980, la compañía realizó su primera gira por Occidente actuando primero en el Festival Internacional de Teatro de Nancy y enseguida en París. El impacto que produjo en el público y la crítica hizo que se la invitara ese mismo año al Festival de Aviñón. A partir de ese momento, sus actuaciones se han visto en más de setecientas ciudades de más de cuarenta países.
Sankai juku: escena de Kinkan shōnen, 1978. Foto: web de Sankai juku. |
Su éxito en Francia fue tal que la compañía estableció una sede en la capital gala y firmó un contrato de coproducción con el Théâtre de la Ville de París para estrenar en su sala al menos una obra cada dos temporadas. Así se ha venido produciendo ininterrumpidamente desde 1982 hasta 2019 con un total de diecisiete estrenos.
De los inicios de la carrera de Amagatsu hablé en el artículo 37 de esta serie, por lo que hoy solo lo haré de su compañía, Sankai juku.
Recordemos que Amagatsu Ushio (1949-) se llama realmente Ueshima Masakazu.
Parece ser que su nombre artístico y el de su troupe se los sugirió Maro
Akaji, el director de Dairakudakan, de la que hablé en los dos
artículos anteriores y en la que Amagatsu
trabajó durante tres años antes de crear Sankai juku.
Amagatsu Ushio en 1986.
Foto: Michel Delsol vía Getty Images. |
Una de las características de las obras de Amagatsu para Sankai juku es el cubrir todo el cuerpo de sus bailarines, ya se ha dicho que en su compañía no bailan mujeres, con un maquillaje blanco, un detalle que algo tendrá que ver con la larga tradición en el teatro kabuki de personajes femeninos y masculinos con las caras maquilladas de blanco. Sin embargo, en el caso de Amagatsu su intención es despersonalizar el cuerpo humano, convertirlo en un arquetipo sin ningún rasgo que lo asocie a un individuo en concreto.
Si a los trabajos de Amagatsu, como consecuencia de parecernos crípticos, los consideramos nacidos de cierto oscurantismo o misticismo orientales, estaremos errando. En las entrevistas que concede, el japonés nunca utiliza un lenguaje místico, todo lo contrario. Sus ideas parten de conceptos científicos, de la biología, de la antropología. A pesar de lo que en algunos medios euroamericanos se ha dicho, sus bailarines no son monjes que hagan diariamente zazen. Sus técnicas de relajación y concentración están más cerca de las que emplea cualquier atleta de élite. Él mismo afirma que practica la natación varios días a la semana.
Amagatsu shō (Homenaje a los muñecos antiguos),
1977
El 27 de abril de 1977, se estrenó en el Nihon Shōbō Kaikan de Tokio Amagatsu shō, la primera obra que coreografió Amagatsu para su compañía. Se debe puntualizar que en los programas de las representaciones de Sankai juku en el extranjero, los títulos de las piezas en japonés se acompañan de un subtítulo en francés si se estrenan en París y/o en inglés si lo hacen en otros países. Por ese motivo, aquí también las mencionaré de esa forma. Por cierto, amagatsu es un muñeco japonés que se solía colocar en la cuna de los niños como amuleto protector.
Muñeco amagatsu. Foto de fuente desconocida. |
La casualidad hizo
que esa obra la viera el diplomático francés Gérard Coste (1939-) quien en esa
época estaba en Japón. Coste era un buen aficionado a la pintura y entre 1978 y
1983 ostentó el cargo de consejero cultural de la embajada gala en Tokio. La obra de
Sankai juku impresionó al francés, quien no dudó en presentar la compañía japonesa a las autoridades culturales de su país. Gracias a Coste,
Sankai juku actuó por primera vez en 1982 en el Théâtre de la Ville de París,
entidad que, a partir de ese momento, se convirtió en coproductora de una obra
de Amagatsu cada dos años. Gracias a la capital gala, Sankai juku se convirtió muy pronto en la
compañía de butō más conocida en todo el mundo. En el año 2002, Hibiki recibió
el premio Laurence Olivier a la “Mejor producción de nueva danza”.
Kinkan shōnen (Semilla
de kumquat - el sueño de un niño sobre los orígenes de la vida y la muerte), 1978, recreada en 2005
El kumquat o
naranja enana es una fruta de origen chino y también el apodo que se daba a los escolares
japoneses cuando se rasuraban la cabeza como los bonzos budistas. Kinkan shōnen, la segunda producción de Amagatsu, es una de las obras más representadas de Sankai
juku. Se ha visto en 113 ciudades de 21 países. Estrenada en 1978 en el Nihon
Shōbō Hall de Tokio, la coreografía inicial de Amagatsu Ushio, apoyada en la
música de Yoshikawa Yōichirō (1957-), se volvió a revisar en el año 2005 para
presentarla en el Biwako Hall Center de Shiga. El compositor Yoshikawa ha colaborado
con Sankai juku durante décadas.
Sankai juku: escena de Kinkan shōnen, recreación de 2005. Foto: web de Sankai juku. |
La obra,
especialmente su segunda versión, es un buen compendio de todos los recursos
escénicos de la compañía. Los cuerpos blancos de los bailarines parecen
estatuas de mármol, impersonales, pero con emociones a flor de piel. Son seres
masculinos y femeninos al mismo tiempo que van más allá del transgénero.
Unos oscuros
paneles de fondo decorados con un relieve de cientos de colas de atún, metáfora
del mar en el que se sumergirá el niño, sirven de contrapunto a la danza de los
solistas. Un pavo real aparece en escena. Amagatsu se presenta como un muchacho
con uniforme escolar. Parece que grita, pero no se oye nada. Cae de espaldas. Se
escucha una sirena.
Sankai juku: escena de Kinkan shōnen,
versión 2005. Foto: Laurent Paillier. |
Aparece Mametarō,
un niño de estridente pero inaudible risa, que sueña sobre los orígenes de la
vida y la muerte. Debe superar su primer obstáculo, un inmenso mar, excesivo para su
tamaño. Se sumerge en él fusionándose con los peces, el estadio primitivo de la
vida. Es el descubrimiento del mundo que experimenta toda criatura viva: iniciación,
aprendizaje y desarrollo. Una vez en el suelo, duda, intenta levantarse, cae, pero
finalmente se alza como adulto.
Sankai juku: escena de Kinkan shōnen, Londres, 2008. Foto: web de Sankai juku. |
En un momento de esta
obra, como en otras de la primera época, un bailarín queda suspendido de los pies
boca abajo, una escena de riesgo que la compañía solía ejecutar en exteriores, pero
que dejó de hacerlo como consecuencia de un accidente, ocurrido el 10 de septiembre
de 1985 durante una exhibición al aire libre en Seattle, Washington, en el que perdió
la vida uno de sus miembros, Takada Yoshiyuki (1954-1985), cuando estaba colgado
en la fachada de un edificio a cinco pisos de altura.
Sankai juku: el
bailarín suspendido saliendo de la posición fetal en Kinkan shōnen, recreación de 2005. Foto: web de Sankai juku. |
Cuando Sankai juku se presentaba en una nueva ciudad, solía realizar una
performance al aire libre que titulaba Jomon shō (Homenaje a la prehistoria)
que se había estrenado en París en 1982. Jomon es el nombre del periodo histórico
japonés que abarca desde el año 12.000 a. C., aproximadamente, hasta el 300 a. C.
En esa acción, varios bailarines se suspendían boca abajo atándose unas
sogas a los tobillos. Su actuación, que podía durar media hora, comenzaba con
sus troncos encorvados sobre las piernas para enseguida irse estirando
lentamente hasta quedar con el cuerpo totalmente extendido en posición
invertida. Esa performance se titulaba danza entre la vida (la posición fetal) y
la muerte (la última relajación).
Sankai juku: Jomon shō, París, 1982. Foto: Guy Delahaye. |
Inserto a continuación el video clip de Kinkan shōnen que se encuentra en el canal de YouTube de Sankai juku y que es un extracto de la segunda versión de la obra grabada en el año 2009 en el Tokyo Metropolitan Space. En el minuto 3:24 aparece un bailarín suspendido de los pies, boca abajo, una de las señas de identidad de la compañía en sus primeros años. El clip dura poco más de cuatro minutos y medio.
Con esto finaliza este artículo. Dentro de dos semanas seguiremos viendo obras de Sankai juku.