La pintura japonesa de estilo occidental en
el periodo Taishō, Kanbara Tai
Con el artículo de hace dos semanas podría
decirse que cerré el capítulo destinado a los artistas más tradicionales, si se
me permite esta expresión, del periodo Taishō. Este comentario viene a cuento
porque a partir de hoy trataré de la obra de pintores a los que se suele
calificar de rupturistas o vanguardistas.
Las asociaciones de
artistas
Por poner una fecha, se podría decir que 1920 marcó un hito
en la evolución de la pintura japonesa más rompedora. Por un lado, en ese año
se fundó la Asociación de Arte Futurista, conocida como Mirai-ha (su nombre completo era Mirai-ha bijutsu kyōkai), cuyos socios rechazaban frontalmente el sistema institucional que giraba en torno
a la Escuela de Bellas Artes de Tokio. Por otro, en octubre de ese mismo año,
se inauguró en Tokio la Exposición de Pintura Rusa en Japón, donde se exhibieron más de
cuatrocientas obras de artistas como Malevich (1879-1935) y Tatlin (1885-1953). Esa misma muestra se presentó más tarde en Kioto y Osaka, lo que permitió a muchos japoneses descubrir la producción de
casi treinta pintores del país eslavo que abarcaban un amplio abanico de tendencias, desde el primitivismo al suprematismo.
La década de los veinte en Japón fue muy fructífera en
movimientos que repudiaban las corrientes pictóricas occidentales más
tradicionales. Además de la Mirai-ha, en 1922 se fundó el grupo denominado
Action, cuyo nombre japonés (Akushon) era la transcripción directa de la
palabra inglesa, y que como su predecesora también desapareció pocos años
después. Pero la asociación que más actividad desplegó durante esa década fue
Mavo, fundada en 1923 poco después de haberse disuelto la Mirai-ha. De ella
hablaré con más detalle en próximos artículos.
El ambiente de los dorados veinte propiciaba todo tipo de
investigaciones y experimentos pictóricos y que no pocos artistas se incorporasen sucesiva o incluso simultáneamente a varias asociaciones que proponían diferentes planteamientos o teorías. A partir de hoy y durante unas pocas semanas comentaré la obra de algunos de ellos.
Kanbara Tai (1898-1997)
El
manifiesto futurista de Marinetti (1876-1944) se tradujo al japonés en
1909, el mismo año de su publicación en Francia, un hecho que demuestra que los
japoneses estaban al día de lo que acontecía en la Europa más inquieta y vanguardista. Cuando,
en 1916, Kanbara Tai lo descubrió quedó tan impresionado que no dudó en ponerse en contacto
con el italiano y mantener con él una larga correspondencia durante años.
Sin
embargo, a Kanbara no le interesaba demasiado el aspecto meramente mecanicista
de lo que proponía Marinetti, sino que prefería interpretar el dinamismo de
manera más emocional y próxima al fauvismo, dos posiciones que parecen contradecir los estereotipos que solemos asignar a italianos y japoneses.
Kanbara
estuvo muy relacionado con las dos asociaciones mencionadas, Action y Mavo, y precisamente
en 1922 redactó el manifiesto fundacional de la primera.
Durante
la década de los veinte, el artista japonés realizó una serie de obras de flamígeras
formas abstractas, como las que aparecen en las dos ilustraciones siguientes,
cuyos títulos aludían a piezas musicales.
En el óleo de la fotografía
anterior, Kanbara creó una casi crepuscular atmósfera que debía producir en el
observador sensaciones semejantes a las que sugería su título, unas impresiones
abstractas y casi físicas como las que se experimenta al escuchar una
composición musical.
Kanbara Tai: Sobre El poema del éxtasis de
Scriabin,
1922-25,
óleo sobre tela, 117x90 cm. Museo Nacional de Arte Moderno de Tokio.
Foto
en Japón des avantgardes,
1910-1970. Centre Pompidou, 1986.
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La fotografía anterior es de una obra realizaza en los años
veinte que también incorporaba una alusión musical, que en este caso resultaba
muy explícita y tenía que servir de guía para percibir determinadas
sensaciones al escuchar la pieza a la que se refiere su título.
La
ilustración anterior y la siguiente son de sendos
cuadros que forman parte de una extensa serie titulada Notas de un pesimista. En ella, Kanbara creó amplias superficies de color con una paleta más oscura de lo habitual en él, aunque no
por ello menos sutil.
Las composiciones de Kanbara Tai son fruto de su personal interpretación del futurismo italiano y ruso pasada por el filtro de su desbordante vena expresiva. En todas ellas, a pesar de su abstracción, late el impulso vital de un gran artista.
En el próximo artículo seguiremos avanzando en el ambiente
vanguardista nipón para entrar en el mundo del surrealismo japonés. Hasta
entonces.
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