Después de los dos últimos artículos consagrados al budismo, hoy
concluiremos este apartado dedicado a la evolución de esa religión en Japón hablando del zen, la escuela budista que más
influencia ha tenido en el arte occidental del siglo XX.
El budismo zen
La doctrina zen, que ya formaba parte de las prácticas de la secta tendai, fue reintroducida en Japón desde China por Eisai (1141-1215) cuando fundó la orden rinzai a finales del siglo XII. Siendo monje tendai en el monte Hiei, Eisai viajó dos veces al continente asiático para estudiar las teorías del budismo chan chino. A su vuelta, las ideas que intentó propagar generaron numerosas discusiones con sus correligionarios que le obligaron a trasladarse a Kamakura, donde fue bien recibido por los regentes Hōjō y pudo fundar varios templos zen, los primeros de Japón.
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Retrato del monje Eisai, abad de Kennin-ji, Kioto, tinta y color sobre seda, s. XIV-XV. Foto: Wikimedia Commons. |
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El jardín shoin de Kennin-ji, templo zen de la escuela rinzai, fundado en Kioto por Eisai en 1202. Foto: web del templo. |
Más información sobre el templo zen Kennin-ji
En la página web del templo zen de Kennin-ji en Kioto, junto con abundante información sobre su historia y actividades, incluye un videoclip de poco más de dos minutos, con subtítulos en inglés y que también puede verse directamente en la plataforma de YouTube.
Una segunda escuela zen llamada sōtō fue creada por Dōgen (1200-1253), quien, al igual que Eisai, también había estudiado en Hiei-zan con la congregación tendai. A diferencia de este, Dōgen fundó en 1244 su templo Eihei-ji en Fukui, lejos de las ciudades.
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Retrato del monje Dōgen, tinta y color sobre papel, 61,4x28,5 cm, c. 1253. Foto: Wikimedia Commons. |
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La chōkushimon de Eihei-ji, templo zen de la
escuela sōtō fundado por Dōgen en 1244 en Fukui. Foto: Wikimedia Commons. |
Más
información sobre el templo zen Eihei-ji
La página web de Eihei-ji ofrece una completa información sobre la historia de su fundador, Dōgen, así como de sus sesiones de zazen para visitantes.
En el siglo XIV,
el budismo ya estaba incardinado en la sociedad japonesa y a partir de
entonces ya no se produjeron más cambios trascendentales. En esos años, las
principales órdenes eran shingon, tendai, jōdo, shin
jōdo, nichiren y zen. El resto desempeñaba un
papel mucho menor. La fusión de creencias populares y sintoístas con las
budistas que se produjo en todas ellas, excepto en la shin jōdo y en el zen,
favoreció su expansión y pervivencia a lo largo de los siglos.
Con el nacimiento de las nuevas clases sociales durante la época Edo,
el budismo se orientó de forma clara hacia las funciones sociales. Finalmente,
con la Restauración Meiji se decretó su separación oficial del sintoísmo, hecho
que le hizo reconsiderar su posición con independencia de las prácticas
populares y produjo la aparición de otras escuelas más o menos sincréticas.
El zen y las artes
La influencia del zen en la vida, arte y carácter
japoneses no tiene parangón. No es tanto la preponderancia que sus creencias
religiosas hayan podido tener en el pensamiento social cuanto la impronta que dejó en casi todas las manifestaciones culturales o artísticas
niponas, unas características que han asombrado a muchas de las vanguardias
occidentales del siglo XX, y que continúan haciéndolo.
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El jardín sur del Honbō de Daitoku-ji, Kioto, templo zen
de la escuela rinzai. Foto: Marc P. Keane: Japanese Garden Design. Tokio: Tuttle, 1996. |
El entorno zen y sus monjes propiciaron la práctica y consiguiente evolución de dos especialidades artísticas: la jardinería y la caligrafía. De los jardines secos, a los que dediqué una serie en este blog hace años, se conocen muchos ejemplos en templos de esa escuela budista, pero quizás no lo sea tanto la caligrafía y la peculiar forma de dibujar de los monjes zen. De algún modo, la práctica de la pintura, fuese caligrafía o dibujo, se convirtió en una de sus rutinas diarias.
Se dice que cuando un monje o una monja zen posa su pincel sobre el papel, el resultado, sea una caligrafía o un simple esbozo, es la expresión de su mente, de su espíritu. Ese resultado puede ser profundo o confuso, serio o humorístico, de una sorprendente belleza o de una desconcertante simplicidad.
Si se habla de arte zen, ineludiblemente debe mencionarse a dos grandes maestros, ejemplos perfectos de todo eso: Hakuin Ekaku (1686-1769) y Sengai Gibon (1750-1837).
Los datos de la ilustración de la izquierda son estos: Hakuin Ekaku: Retrato de Bodhidharma, tinta sobre papel, pintura: 113,5x55,7 cm, montada: 190,5x70,2 cm, mitad s. XVIII, Mineapolis Institute of Art. Foto: web del museo.
Los datos de la ilustración de la derecha son estos: Hakuin Ekaku: Kannon, siempre rezar a Kannon, tinta sobre papel, caligrafía: 134,0x27,9 cm, montada: 195,6x39,7 cm, mitad s. XVIII, Los Angeles County Museum of Art. Foto: web del museo.
Muy a menudo, Hakuin utilizaba en sus caligrafías un carácter que dominaba el conjunto con un marcado sentido vertical que dividía el estrecho formato de la pintura en dos partes, que el algunos casos, no en este, servían de soporte a dos inscripciones o colofones.
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Sengai Gibon: Círculo, triángulo y cuadrado,
tinta sobe papel, 28,4x48,1 cm, 1800-1819, Museo Idemitsu, Tokio. Foto: web del museo. |
Los datos de la pintura de la izquierda son estos: Sengai Gibon: Sugawara no Michizane viajando a China, tinta sobe papel, dibujo: 43,7x38,3 cm, montado: 127,0x45,2 cm, principio s. XIX. Metropolitan Museum of Art de Nueva York. Foto: web del museo.
Más información sobre la iconografía budista
Sobre la iconografía y escultura budista
publiqué hace ya años una serie de artículos bastante completa. Los
interesados en este tema no tienen más que entrar en el primero de ellos e ir
avanzando con los enlaces que todos tienen al siguiente en su último párrafo. Este
hipervínculo lleva a la entrada inicial.
Para concluir este apartado dedicado al sintoísmo y budismo, voy a insertar un esquema que compara sus diferentes orígenes y planteamientos.
Orígenes
Sintoísmo: credo indígena, sin fundador, origen remoto, práctica solo en Japón.
Budismo: credo importado, con fundador, introducido en el s. VI, práctica internacional.
Planteamientos
Sintoísmo: carencia de iconos y escrituras, reverencia a la naturaleza, despreocupación por el más allá, ciclos estacionales.
Budismo: abundancia de iconos y escrituras, respeto a la vida animal, preocupación por el más allá, fugacidad.
Con esto concluyo este artículo, en el siguiente entraremos en el apartado del entorno cultural. Será dentro de dos semanas.