En el anterior
artículo empecé a comentar la influencia de la vía del té, el chadō, en
la jardinería japonesa en general y hoy concluiré este apartado hablando de los
empedrados en los senderos.
Cuando los
invitados a una ceremonia de té atraviesan un jardín de té deben caminar
únicamente por los senderos empedrados. Antes de nada, debería decir que esos
empedrados no suelen cubrir el terreno totalmente, sino que son losas de
diferente forma y tamaño que se asientan separadas unas de otras a una
distancia variable de acuerdo con su tamaño, como se aprecia en la siguiente
fotografía.
Piedras en el
sendero del jardín de la Chisui-tei en la Dai Nihon Chadō Gakkai de Tokio. Foto en Sen’ō Tanaka y Sendō Tanaka: The Tea Ceremony. Tokio: Kodansha, 2000. |
A pesar de que a los occidentales esos empedrados nos parezcan elementos sin importancia, los maestros de té los estudiaban con mucho cuidado, y su enfoque y diseño fueron variando a lo largo de los años. Por ejemplo, Sen no Rikyū tenía una máxima que decía que en ellos la proporción entre lo funcional y lo estético debía ser de 6 a 4. En cambio, más tarde Furuta Oribe invertiría esa relación, es decir, sobre un total de 10, otorgaba a su apariencia un 6, mientras que a lo práctico solo un 4.
Los maestros de té enseguida descubrieron las posibilidades que ofrecían los empedrados de los senderos en sus jardines. Incluso podían servir para que la pequeña dimensión del su recinto aparentara ser mayor de lo que era en realidad. Bastaba con distribuir las piedras o losas asimétricamente y formar con ellas tramos en zigzag. Además, esos cambios de dirección permitían descubrir rincones que dos o tres pasos antes no eran visibles.
Piedras en el
sendero que lleva a la entrada de la casa de té Fushin-an en la escuela
Omotesenke de Kioto. Foto de la web de la escuela Omotesenke. |
Muy pronto, también
se dieron cuenta de que la disposición de las losas en los senderos incidía en
el caminar de las personas. La separación entre las piedras se estudiaba para que la marcha de los invitados fuera pausada y sus pasos resultaran cómodos, ni muy largos ni muy
cortos tanto para hombres como para mujeres, pues a estas, además, les condicionaba
lo ceñido que era el bajo del kimono.
En el corto recorrido desde la entrada al jardín hasta la cabaña de té se procuraba variar la distribución, tamaño y forma de las piedras del enlosado para evitar la monotonía. Normalmente, tras cada quiebro en su trazado se variaba alguno de esos parámetros.
No era infrecuente que en ciertas zonas las pequeñas losas se juntaran para formar una especie de tapiz y así el ritmo y amplitud de los pasos fuera más libre que en el resto del camino. A menudo, se situaba en un punto determinado una piedra de mayor tamaño para indicar que desde ahí se podía obtener una vista de la casa de té o de otro elemento singular del jardín. El lugar donde el anfitrión esperaba a sus invitados también estaba señalizado con una losa adecuada.
La experiencia
de crear diferentes patrones con las piedras de los senderos en los jardines de
té se utilizó más tarde en los grandes parques de paseo e incluso en los jardines planos
de templos y residencias, en los cuales ya sabemos que no se puede entrar salvo para su mantenimiento.
En estos casos se empleaban por su valor plástico como un elemento más de la
composición. Veamos algunos ejemplos.
La villa imperial de Katsura en Kioto es el más completo y valioso ejemplo de toda la arquitectura y jardinería japonesas. Si alguien estudiara en profundidad solo Katsura ya podría tener una idea muy exacta de los valores de esas dos especialidades y lo que han representado en la historia del arte nipón. Pero, además, resulta que Katsura es el paradigma de la influencia que la vía del té ejerció en la arquitectura y jardinería de Japón.
En mis otros blogs dedicados a la arquitectura y los jardines de Japón hay sendos artículos sobre Katsura con abundantes fotografías. Este es el enlace al de su arquitectura y este al de su jardín.
Cuando se construyó Katsura había dos escuelas o maneras de enfocar el diseño de los caminos empedrados. La de los discípulos de Sen no Rikyū y la de Furuta Oribe. Como ya he comentado, la primera consideraba que la comodidad al caminar era lo prioritario, mientras que la segunda otorgaba más relevancia a su aspecto visual o artístico. De ambas hay muestran en Katsura.
Empedrado
informal de losas aisladas en el jardín de la villa imperial de Katsura en
Kioto, mediados del s. XVII. Foto: J. Vives. |
Como en tantos otros elementos de la arquitectura y jardinería de Japón, la sencillez de esos empedrados es engañosa pues en todos los casos se han estudiado meticulosamente tanto desde el punto de vista funcional, es decir, de su comodidad, como desde el visual.
Las dos fotos siguientes son de la villa imperial de Katsura, la de la izquierda muestra un empedrado continuo con losas irregulares en el exterior e interior; la de la derecha, otro continuo pero con losas sensiblemente regulares en el exterior e irregulares en el interior.
Empedrado en el jardín de Katsura. Foto: Wikimedia Commons. |
Empedrado en el jardín de Katsura. Foto: J. Vives. |
Lo que se hizo en el jardín de Katsura fue crear con los diferentes colores, texturas y formas de las piedras una verdadera sinfonía visual con innumerables variaciones a partir de esos rasgos. Por ejemplo, sus colores podían variar entre los tonos ocres y grises; sus texturas, entre las talladas y las someramente desbastadas; sus formas, entre las apenas manipuladas y las perfiladas.
En la foto siguiente, además de un empedrado informal, a la izquierda se observa el canal de grava que sirve de drenaje del agua de lluvia cuando cae desde el borde del alero del edificio. De esa forma se evita que el terreno se encharque y erosione.
Empedrado de losas aisladas pero rectilíneo. Villa imperial de Katsura en Kioto, mediados s. XVII. Foto: J. Vives. |
Ya he
comentado que en los jardines de té se colocaban piedras especiales más grandes
o de forma singular en determinados puntos para indicar, por ejemplo, que desde
ellos se podía obtener una vista singular del jardín o de la propia cabaña de
té. Esa idea se aplicó también en los grandes parques de varias hectáreas de
superficie.
En la siguiente fotografía, aparece un sendero que tiene solo un valor plástico pues no se permite entrar en esa zona. Con esa especie de jardín seco se creó un contrapunto al entorno de exuberante vegetación del parque
Empedrado de
grandes losas aisladas en Ritsurin-kōen, Takamatsu. Foto: J. Vives. |
Véase en la
siguiente foto la irregularidad tanto del trazado de ese empedrado de la foto
anterior, ahora visto desde el interior del pabellón, como del perfil y la
superficie de sus losas.
Empedrado de
grandes losas aisladas en Ritsurin-kōen, Takamatsu. Foto: J. Vives. |
Pueden verse más fotografías de ese jardín en esta entrada de mi blog Jardines de Japón.
Para acabar este artículo inserto un par de fotos de unos senderos del jardín de Ōkōchi sansō, una espléndida finca de Kioto en la que hay innumerables tipos de empedrados en sus senderos. Los interesados pueden acceder a esta ficha dedicada exclusivamente a los caminos empedrados que publiqué en mi blog sobre jardines de Japón y que solo contiene fotografías.¿Estás interesado en los jardines
de Japón?, pues mi libro Historia y arte del jardín japonés te
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También puedes visitar mi blog Jardines de Japón, donde podrás ver casi mil fotos de jardines perfectamente ordenadas por su nombre y localización.