El anterior artículo sobre los baños públicos en Japón lo
acabé hablando de los tatuajes, pero en el de hoy volveré a centrarme en la
arquitectura del ryokan, que, insisto, tiene mucho que ver con el resto de
las tipologías arquitectónicas residenciales japonesas.
Aunque soy consciente de que me repito, siempre es adecuado recordar
que en Japón la arquitectura y el jardín están indisolublemente asociados. A
poco que sea posible, las habitaciones principales de una vivienda se abren,
gracias a las correderas shōji, al exterior, a un jardín, aunque sea un
minúsculo patio. Eso mismo ocurre en los ryokan, adaptado
obviamente a su situación y a su nivel.
Una de las zonas del jardín del ryokan Hoshinoya de
Kioto. Foto de la web del ryokan.
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El jardín de un ryokan
No en todos los ryokan en Japón se disfruta de la
vista de un jardín desde sus habitaciones. En general, eso suele ser más fácil
en los que no se ubican en entornos urbanos. A partir del siguiente artículo
veremos cómo han solucionado este tema diferentes ryokan, unos situados
en plena ciudad y otros en el campo.
La fotografía siguiente es de un ryokan que, aunque se
encuentra en un pequeño núcleo urbano bastante compacto, aprovecha los jardines
que hay en los pequeños intersticios entre sus edificios para que, manteniendo la privacidad de cada estancia, pueda contemplarse una
parte de su vegetación y dé la sensación de estar en un paraje aislado. Esa es
una de las habilidades que los arquitectos y maestros jardineros japoneses
dominan como pocos y de la que hay miles de ejemplos por todo el país.
Habitación del ryokan Atami Sekitei, prefectura de
Shizuoka. Foto de la web del ryokan.
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Quien tenga la suerte de pasar una noche en una habitación
de un ryokan con vistas a un jardín experimentará uno de los placeres
más exquisitos imaginables. Después de haber tomado un relajante baño sumergido
durante unos minutos en calientes aguas termales, seguramente rodeado de
naturaleza, se dirigirá hacia su habitación para saborear la cena servida en numerosos
platitos, cuencos y bandejas, todo un espectáculo visual.
Cena de estilo japonés en el ryokan Beppu Shōwaen.
Foto de la web del ryokan.
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Luego, una vez finalizada la colación, podrá levantarse
para, sentado en el tatami o incluso en la galería, contemplar el jardín y
quizás disfrutar de la visión de la luna. Esas son las experiencias que permite vivir un
buen ryokan.
Habitación del ryokan Asaba, prefectura de Shizuoka.
Foto de la web del ryokan.
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Los zapatos, por favor
Un aspecto que los occidentales deben de tener muy en cuenta
en Japón es la obligatoriedad de no usar el zapato de calle en el interior de
una vivienda, templo o ryokan. Esta regla no es difícil de cumplir, pues
basta con fijarse en lo que hacen los japoneses o si en el pequeño escalón de
la entrada se observa que hay calzado de calle o zapatillas “caseras” dispuestas en el suelo.
Generalmente, el cambio del calzado queda indicado por un
elemento arquitectónico muy claro: un peldaño no muy alto entre el pavimento
exterior y el interior. Ese cambo de nivel se encuentra incluso en los apartamentos modernos.
La tradición de cambiarse de zapatos al entrar en casa no es
una costumbre exclusiva de los japoneses, pues en muchos países occidentales también existe, aunque quizás en esos lugares más forzada por las
frecuentes lluvias o nevadas, es decir, por motivos prácticos que “filosóficos”, estos últimos siempre presentes en el entorno nipón. Desde tiempos inmemoriales, en Japón, el concepto de limpieza ha estado muy ligado con en el sintoísmo.
En la foto siguiente vemos que en la entrada del ryokan están dispuestas las zapatillas, adecuadamente orientadas, con las que se debe caminar por el interior, pero ojo, solo en las zonas con pavimento de madera, pues donde haya tatami se debe ir descalzo.
Genkan donde
quitarse el calzado de calle en el ryokan Wanosato, Takayama, prefectura
de Gifu. Foto de fuente desconocida. |
Una vez en el interior de un ryokan, como en
cualquier vivienda japonesa, existen otros dos momentos en los que se debe
cambiar de calzado: al pasar de una zona con pavimento de madera a otra con tatami
y al acceder al baño. En el primer caso se deben dejar las zapatillas justo
antes de pisar el tatami, que siempre ha de hacerse descalzo con solo
calcetines o medias. En el segundo, las pantuflas que se emplean para circular
por las tarimas de madera se han de cambiar al acceder a los baños por unas chancletas específicas para entrar en esas zonas húmedas.
Muchos jardines japoneses solo se pueden disfrutar con la
vista y no se han pensado para pasear por ellos. Sin embargo, cuando esto
último es posible, el ryokan dejará en el punto adecuado a disposición del cliente una
especie de zuecos de madera, llamados geta, para poder caminar por el
exterior; como vemos en la siguiente foto.
Chanclas geta dispuestas para usar en los espacios
exteriores y jardín.
Foto de la web del ryokan Gora Kadan en
Hakone.
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Con esto acabo este artículo. Con el siguiente empezaré la
última parte de esta serie, en la que comentaré varios ryokan célebres,
unos antiguos y clásicos y otros construidos en este siglo XXI.
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